Hoy es un día muy especial para nosotros porque inauguramos una nueva sección de este blog: historia de nuestra vida.
Como ya sabrás, desde febrero puedes encontrar aquí información interesante acerca del cuidado y bienestar de nuestros mayores. A este tipo de artículos con temáticas variadas como son la alimentación, terapias, cuidados especiales, intereses, etc. le sumamos la sección más entrañable y personal de todas dónde nuestros residentes tienen más protagonismo que nunca.
Se trata de una sección con formato entrevista dónde descubriremos aquellas anécdotas, curiosidades y vivencias de nuestros residentes.
La protagonista de la primera entrevista de Historias de nuestra vida es Trinidad Lozano Quiles (77 años). Esperamos que disfrutes de su historia igual que nosotros…”‹
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Hola Trini, qué calor. ¿Cómo está?
 Estoy un poco dolorida de las piernas pero esta mañana he estado haciendo gimnasia aquí en el patio con el resto.
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¡Anda!, ese acento no es catalán. ¿Dónde nació?
 Yo nací en Lanjarón, Granada. ¿Lo conoces? ¿Lo has oído nombrar? Por el agua y el balneario se conoce… Estuve hasta los 20 años.
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¿Entonces pasó toda la niñez y adolescencia allí. ¿Cómo era su vida en Lanjarón?
 Vivía con mis padres y mis hermanos. Eran adorables, muy buenos. Tenían un cortijo muy grande que se llamaba La Colonia y allí trabajábamos todos. Éramos 7 hermanos.
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¿Y cómo se repartían las tareas?
 Mis hermanos trabajaban en el campo y nosotras con los animales y en la casa. Con mi hermana cuidábamos los animales y en el tiempo de la aceituna nos encargábamos de la cosecha, teníamos muchísimas. En verano también teníamos almendras y las recogíamos. La verdad es que teníamos de todo y eso luego lo vendíamos a los representantes que compraban los productos y las aceitunas al molino.
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Seguro que madrugaba muchísimo.
 Siempre había trabajo. Nos levantábamos pronto, aunque en el tiempo de la almendra antes, para recogerlas con la fresca. Nos tirábamos 2 o 3 meses recogiendo aceitunas. Allí te ponías a trabajar cuando salía el sol y cuando se escondía nos recogíamos en el cortijo.
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¿Qué era lo que más le gustaba hacer?
 Me gustaba hacer de todo, era muy trabajadora y como me encontraba bien, hacía de todo. Me encantaba recoger aceitunas. Aquello era precioso, de película, y disfrutaba mucho. Me encantaba cantar mientras recogía las aceitunas.
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¿Y algo que no le gustara?
Pues recoger la almendra por el calor que hacía y los pinchos que tienen. Pero se hacía igual…
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Con 7 hermanos no se aburría…
 Qué va, cuando éramos pequeños jugábamos al escondite y al pilla-pilla, nos metíamos por dentro del cortijo, nos encantaba estar allí.
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¿Y pudo ir al colegio?
 Fui pero poco porque teníamos que cuidar a nuestros sobrinos. Teníamos otras responsabilidades y aprendí a hacer de todo muy joven.
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¿Y ustedes vivieron el Franquismo? ¿Cómo recuerda aquella época?
 Nací en la posguerra: en el 37… y sí que influyó pero lo recuerdo poco tiempo. Era pequeña y mi madre tenía la cartilla para recoger las raciones. Me acuerdo de un pan malísimo que daban pero mi madre compraba uno blanco y tierno de estraperlo para los más pequeños de la casa. La verdad que comíamos muy bien porque nosotros criábamos animales y teníamos de todo: trigo, cebada, fruta y teníamos alimento para todo el año. También matábamos 3 cerdos y con eso imagínate…
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¿Y cómo terminó en Cataluña?
 Por mi marido. Lo conocí allí de pequeños, nuestras familias eran amigas. Luego salíamos al pueblo a pasear y al cine hasta que fue a hablarles a mis padres, a decirles que me quería… y entonces decidimos casarnos. Tuvo que hacer la mili en Gerona y mientras preparó un piso aquí en Cervelló para cuando nos casáramos y me viniera con él. Tenías que haber visto el piso… ¡qué precioso!. Él era muy bueno, muy trabajador. Y así terminamos aquí.
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¿Y cómo fue su llegada? ¿Cómo la recibieron?
 Muy bien. Pagábamos el piso de alquiler y yo quería ayudar también así que empecé a trabajar aquí. Trabajé haciendo faenas en las casas. Me acuerdo que la gente me quería mucho, me acogieron muy bien aquí en Cervelló. Era jovencita y me querían mucho, yo también a ellos. Luego con los años trabajé en una fábrica de bañadores. Yo era bordadora.
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¿Así que aprendió a bordar en Lanjarón?
 Sí, trabajábamos con los bastidores y me encantaba. Me enseñó la profesora y después aprendí en el taller. Aprendí todo muy pronto.
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¿Y prefería bordar o trabajar en el cortijo?
 Bordar. Bordábamos blusas para las extranjeras a las que les gustaban mucho las flores.
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¿Aquí pudo bordar?
 Sí, pero lo mío…
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¿Y tuvieron hijos?
 Tuvimos dos niñas y un niño. Siempre tuve compañía de mi familia en cada nacimiento.
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Vivir lejos de la familia es duro.
 Sí, pero mis hermanos fueron viniendo. Aquí tengo al pequeño y a mi hermana, aunque los dos mayores fallecieron. Los voy a visitar cuando puedo porque están pachuchos, me llevan mis hijas.
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Habiendo todos nacido y criado en Lanjarón acabaron juntos aquí.
 Sí, es muy bonito… todos juntos. Y mis padres también vinieron cuando no podían estar solos. Al principio vivieron con nosotros y luego les pusimos un piso a ellos, entre todos. Y les compramos lo que hacía falta. Estuvieron muy bien. Todos hemos sido muy trabajadores, todos muy buenos, muy buenas personas.
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Antes me ha comentado que cantaba. ¿Qué le gustaba cantar?
 Las canciones que sacaban, las que oíamos en la radio. Salió Antonio Molina, Juanito Valderrama… también íbamos a bailar.
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¿Y cómo eran esos bailes?
 íbamos con los amigos a bailar a casa de los padres de uno, a casa del otro… y así nos divertíamos. Lo pasábamos genial. No eran bailes fuera de casa, todos recogidos entre amigos.
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Qué divertido. Huele a paella… ¿Qué comida rica recuerda con más cariño de sus años en el cortijo?
 Me gustaba comer de todo pero de allí: los pimientos con patatas cogidos del campo, bien tiernos.
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Claro… no como las patatas y pimientos de ahora…
 ¡Qué va!
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¿Cuánto hace que está en la residencia?
 10 años.
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¿Y cómo está? ¿Qué le gusta hacer?
Bien, me encuentro pachucha pero estoy bien. Me encanta pintar, colorear dibujos que me dan. Hay un mural con dibujos míos y tengo una colección nueva hecha, ¿la quieres ver?
Por supuesto, charlar con usted ha sido un placer. Deme dos besos.