En el artículo de hoy tocaremos un tema que nos preocupa y afecta y es cómo mejorar la autoestima de nuestros mayores.
Con el envejecimiento las personas mayores van viendo como sus capacidades físicas y mentales van menguando, sus contactos sociales van desapareciendo de sus vidas y su incapacidad para mantener el ritmo de vida anterior va aumentando.
Además, hay que sumarle que la respuesta de la sociedad al envejecimiento acentúa la autopercepción negativa de sí mismo que afecta al adulto mayor porque en nuestra cultura se hace culto de la juventud y el individuo mayor es considerado sin utilidad ni espacio social.
Todo esto hace que la autoestima sufra graves daños y que muchos de ellos experimenten fuertes depresiones.
Es muy importante que las personas mayores se sientan a gusto consigo mismas y con los seres queridos, porque eso les permitirá tener mejores relaciones con el resto de personas y enfrentarse a nuevos retos sin miedo a fracasar.
Es necesario mejorar la autoestima de nuestros mayores y su calidad de vida. Aquí os dejamos unas pautas para tener en cuenta:
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Hay que potenciar sus capacidades y autonomía: muchas personas tratan a sus familiares ancianos como si fuesen inválidos, no les permiten hacer nada y les dan todo hecho… Esto impide que puedan ser autónomos y acelera su degeneración. Es necesario que continúen teniendo responsabilidades que estén a su alcance porque se sentirán útiles y mejorará su autoestima.
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Es necesario respetar sus opiniones, sobretodo en aquellas cosas que les conciernen directamente. La persona mayor ha de asumir esas decisiones como objetivos propios. Por ejemplo, la opinión del mayor es importante cuando hay que realizar cambios en la casa, cuando es necesario utilizar servicios sociales y ayudas externas a la propia familia (por ejemplo, contratar a una persona que le cuide, etc.) o cuando es necesario que se traslade a casa de los hijos o a una residencia.
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Debemos ayudarlos a mantenerse activos, tanto en la parte física como en la mental. Pasear, charlar o hacer pasatiempos son un buen ejemplo.
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Conseguir que la persona mayor se sienta útil. Para ello se le puede encomendar tareas sencillas que se sepa que puede hacer (ir doblando la ropa mientras la cuidadora plancha, por ejemplo). También pueden simplificarse las labores que se le piden para que pueda realizarlas paso a paso. Pueden compartirse las preocupaciones con el familiar al que se cuida acerca del trabajo, los hijos, los amigos, etc. La búsqueda del consejo de la persona mayor es la mejor muestra que se le puede dar sobre su valía.
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Debemos fomentar sus relaciones sociales: hay que ayudarles a que no se encierren en sí mismos. Los centros de día, por ejemplo, son una buena opción.
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Respetar la intimidad durante las tareas del cuidado porque éste conlleva con frecuencia una gran proximidad física entre los cuidadores y los familiares. Costumbres como llamar a la puerta de su habitación o respetar sus deseos de permanecer a solas son aconsejables para salvaguardar su intimidad.
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