El calor de las altas temperaturas influye directamente en la salud de la gente mayor. Una correcta y buena alimentación hace sobrellevar mejor el calor de verano para estar igual de activos y con los nutrientes necesarios.
Alimentación variada
Una alimentación sana y variada es la base para encontrarse mejor. Especialmente en verano, se deberá componer de frutas, verduras, hortalizas, mucho líquido y pescado y recetas frescas y fáciles de hacer. Aun así no deben olvidarse otros alimentos como carnes o cereales, que en menor medida, también aportan minerales como el calcio, hierro y otras proteínas.
Aumentar la ingesta de líquido
Para evitar la deshidratación, es necesario beber más líquido del que se está acostumbrado. Se recomiendan beber unos 3 l diarios de agua y hacerlo aunque no se tenga sed, con pequeños sorbos durante el día y aumentar el consumo por las mañana para disminuirlo por la noche. Se descartan los refrescos, al tener grandes cantidades de azúcar, además del alcohol que suele dar mucha más sed y provocar efectos no beneficiosos en el organismo.
Mantener unos hábitos de alimentación
Es normal que en verano, por las salidas y los horarios cambiados, no se siga la dieta de siempre. Deberemos hacer todo lo posible para desayunar, comer y cenar dentro de los horarios más o menos pactados o establecer unos hábitos en la medida de lo posible. El cuerpo puede notarlo y no adaptarse a las nuevas situaciones con consecuencias como estreñimiento y otras alteraciones relacionadas con el aparato digestivo.
Consecuencias
Una mala alimentación en verano tiene severas consecuencias para una persona mayor. Desde menor energía y debilidad a pérdida de dientes y cabello, menor agudeza visual y mayor tendencia a las infecciones de todo tipo.
Evitar comidas con mucha grasa y sal
Los festines familiares o con amigos durante el verano son símbolo de reunión pero nunca se debe abusar de ello. No se recomiendan las comidas con excesiva sal y grasa, debiendo controlar las carnes y los embutidos que se toman.